-¿Por qué lo deseas tanto?-
-Porque me dijeron que no lo lograría-
Ella. Es difícil. Parece que te falte el suelo bajo los pies. El camino que conocías, las palabras que sabías, los olores y los sabores que hacían que te sintieses protegido... decidir acabar con todo. Sentir que, de no hacerlo, no irás a ninguna parte y te quedarás alli, fingiendo vivir. Pero ¿Un amor que acaba así era de verdad amor?. Dejó que sus pensamientos invadiera su mente y se vio con los ojos de la fantasía mientras conversaba con aquella dulce y hermosísima muchacha sentada a su lado, en una habitacíon llena de libros, cuadros, gusto e inteligencia, inundada por una luz clara y una atmósfera cálida y brillante. Puede que ella no tubiera los rasgos de su chica, sino de otra nueva, aún por imaginar. Alguien capaz de escribir esas palabras que la hacen soñar. Pero este pensamiento no le duró demasiado. No pudo impedirlo y le vino a la mente la misma pesadilla de todas las noches en la que veía su reflejo sentado a lo lejos, en la hierba. Lo miraba de reojo y su reflejo nunca decía nada. Sólo intentaba saber quién era esa nueva persona a la que todo el mundo odiaba. El tiempo transcurría y cada día se iba sentando un poco más cerca para descubrir el precio de la felicidad. Cuán cierto es que necesitamos tener un sueño.
Se despertó. Al abrir sus ojos se encontraba en un descampado, rodeado de grandes árboles quemados, rotos, sin vida. El suelo estaba recubierto de grandes espinos. El aire era pesado y una niebla impedía ver mas allá del paisaje. Todo lo que había a su alrededor era desolador, devastado por algunas llamas ya desaparecidas. Sin ningun rasto de vida. Lo único que veía era un paisaje negro y gris desgastado por el tiempo. No sabia donde se encontraba.