Estamos pasmados, menos por lo que dice que por la manera en que lo dice. Tan pronto como un pensamiento es expresado surge otro que lo suplanta a éste produciendo un montón de palabras sin continuidad alguna. Cada oración cancela a la anterior antes de que tenga oportunidad de emerger.
Nuestros pulsos se aceleran y tratamos de absorver el volumen de energía que sale de su pequeño cuerpo. Ella hace movimientos en el aire, echa para afuera su mandíbula, su necesidad de comunicar es tan poderosa que la atormenta. Cada palabra es como una toxina que debe eliminar de su cuerpo. Mientras más habla más incoherente es y mientras mas incoherente más urgente es su necesidad de hacernos entender.
Me siento impotente observándola y al mismo tiempo estoy impresionado por su arrojo.

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